“Aguaviva. Domingo, 24 de Julio de 1988.
Penumbra en mi habitación del Hotel en el campo de Almería. Es una habitación semicircular, caprichosa, muy acogedora, que da a una gran extensión de césped ajardinado en la primera planta. Esta decorada con una gran variedad de telas sedantes. Es un lugar agradable. Hace catorce horas que se acabó la heroína. Voy aguantando con la ayuda de diferentes fármacos. He dormido poco. Me cuesta levantarme de la cama. Por la mañana, he comprobado que la cosa era grave, el estado de los nervios muy frágil. Miraba por la televisión las carreras del mundial de motociclismo desde el circuito Paul Ricard. Soy un buen aficionado. En cabeza se ha dado un buen duelo entre cuatro corredores: Gardner, Lawson, Sarron y Schwantz. La última vuelta ha sido muy emocionante y, cuando han cruzado la linea de meta, me he descubierto dos lágrimas rodando por las mejillas. Ni sabía que estaban ahí, pero me ha parecido un mal síntoma.
Al atardecer he empezado ha hacer acopio de fuerzas para el concierto. Muy lentamente me he levantado, duchado y vestido. En las habitaciones de mis compañeros he reunido mis últimas fuerzas y recurrido a mi botiquín personal para tomar la carrerilla necesaria que me llevara al concierto: un cuartillo de Whisky, dos rayas de coca, un par de pastillas de codeína. Durante el concierto se me ha empezado a nublar la vista. Un foco blancoi que tenía enfrente ha empezado a crecer y crecer hasta ocupar totalmente mi campo visual. Se me han doblado las rodillas y me han ingresado en la sección de urgencias del Hospital General de la ciudad.”
Al atardecer he empezado ha hacer acopio de fuerzas para el concierto. Muy lentamente me he levantado, duchado y vestido. En las habitaciones de mis compañeros he reunido mis últimas fuerzas y recurrido a mi botiquín personal para tomar la carrerilla necesaria que me llevara al concierto: un cuartillo de Whisky, dos rayas de coca, un par de pastillas de codeína. Durante el concierto se me ha empezado a nublar la vista. Un foco blancoi que tenía enfrente ha empezado a crecer y crecer hasta ocupar totalmente mi campo visual. Se me han doblado las rodillas y me han ingresado en la sección de urgencias del Hospital General de la ciudad.”
Extraido del libro “Hotel Tierra” escrito por el rocker Sabino Mendez en 2006.
El concierto al que hace referencia lo ofrecieron Loquillo y los Trogloditas en la extinta discoteca H2O que se encontraba en la carretera que va de El Parador a Roquetas de Mar, asistí junto a los colegas en aquel verano del 88, solo recuerdo que algunos acabamos en la piscina que había delante del escenario.